AGUA EN EL DESIERTO


La historia cuenta que un hombre se encontraba perdido en el desierto, ya casi a punto de morir de sed.

Caminaba, caminaba y caminaba, hasta que divisó a lo lejos algo que parecía ser una casa. Se fue acercando y pudo observar que era una vieja casita que se estaba desmoronando; sin ventanas, sin techo; se notaba que había sido construida hacía un largo tiempo.

El hombre merodeó por allí y se encontró con una pequeña sombra donde se acomodó para huir del calor del sol desértico.
Luego miró hacia su alrededor y a escasos metros de distancia vio una vieja bomba toda oxidada.

El se arrastró hasta allí, tomó la manija, y comenzó a bombear una y otra vez, sin parar. Nada sucedía. De pronto cayó hacia atrás, muy cansado, desanimado, a tal punto que se quedó dormido.

Al mediodía despertó y notó que cerca de la bomba había una botella. La miró, se acercó a ella y comenzó a remover el polvo que poseía, limpiándola para ver que contenía. Vio que estaba hasta el borde de agua y que llevaba grabado un mensaje que decía:

"Antes que nada debes llenar la bomba con toda el agua de esta botella, mi amigo", "Luego vuelve a llenar la botella nuevamente antes de partir”."
El hombre sacó la tapa de la botella y comprobó que era agua lo que contenía. Estaba casi llena.

De pronto él se sintió algo confundido y se quedó pensando:

Debo beber de esta agua para sobrevivir o bien debo llenar la bomba, echarla a andar y obtener así agua limpia y fresca del fondo del pozo, tomar en abundancia y volver a llenar la botella para la próxima persona que llegue a este lugar?

Deberé tomarme esta agua algo turbia para poder al menos sobrevivir un poco más hasta tanto ver si llego a alguna otra parte y salvar mi vida? O bien confiar en estos escritos, aventurarme a lograr lo que ellos dicen y después poder disfrutar de esas aguas cristalinas?

Los pensamientos iban y venían en su cabeza sin aún tomar una decisión. Hasta que al fin, con un poco de miedo, echó toda el agua en la vieja bomba, volvió a tomar la manija y comenzó a bombear y bombear, una vez, dos, tres, cien; la bomba chillaba y chillaba pero nada ocurría. El se desesperaba pero igual continuó bombeando hasta que comenzó a salir el primer hilo de agua. Una sonrisa se dibujó en él, doblegó su entusiasmo y así de un momento a otro comenzó a fluir gran cantidad de agua limpia y fresca, mucha pero mucha. El tomó hasta hartarse y aprovechó a llenar la botella para la siguiente persona que por allí pasara, la tapó y agregó unas pequeñas líneas al anterior escrito que decía: “Esto verdaderamente funciona, tienes que verter todo el contenido para obtenerlo otra vez”

Ningún esfuerzo que hagas será válido, si lo haces de la manera equivocada.

Puedes pasar toda tu vida intentando bombear algo cuando alguien ya reservó la solución para ti.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Buena enseñanza cuando damos todo lo que tenemos y nos arriesgamos recibimos no sólo lo que hemos dado sino mucho mas.

Unknown dijo...

Que buen cuento